A partir del siglo XV, comienza a introducirse la espada ropera por ser un arma más ligera que la espada medieval y por un cambio en la mentalidad social, ya que su uso se convirtió en símbolo de hidalguía. El término, de origen español, hace referencia a que se puso de moda llevarla junto a ropas civiles.

La evolución de este tipo de armas se produce especialmente en las guarniciones, la parte que protege la empuñadura de la espada. En un principio empiezan siendo de lazo y resguardan casi únicamente los nudillos. Posteriormente derivan en formas y decoraciones más complicadas, con ramas o anillos. En los siglos XVI y XVII la tipología de concha o cazoleta, protegerá totalmente la mano.

En este caso se trata de una espada ropera de origen italiano, un estoque de calidad que destaca por su trabajada empuñadura de hierro cincelado en la que abundan elementos decorativos animales y vegetales, así como la cabeza de un personaje barbado en ambos lados del guardamanos.